La Defensa-Fiscalía se sienta a mi lado. Toma un trago de agua mineral. Se levanta. Y se dirige al Señor Juez, Señor Juez Supremo de la Suprema Corte.

A: Bien Señor Juez, Señor Juez Supremo de la Suprema Corte. Explique lógicamente porqué habría de ser capaz de atentar contra su propia, juvenil y vital, vida, este hermoso joven acusado.

B: Esa es la explicación que debería exigir yo, ¿no cree Ud.?

A: Creo, creo, Señor Juez – mira a ambos lados como quien va a cruzar una calle – Señor Juez… Señor Juez Supremo de la Suprema Corte, Su Señoría, la Defensa-Fiscalía llama a su primer, único y último testigo. El Sr. Acusado…

Pero el acusado no se mueve. No se inmuta. Yace. Tan sólo yace. Y mira. Observa. Mira al Señor Juez. Mira al abogado. Se mira. Y yace. El Acusado yace.

(miro al Señor Juez. miro a la acusada. miro al acusado. miro mis brazos largos colgando de una silla de cedro viejo. me miro. mis manos de acusado buscan un cigarrillo en el pantalón. mis manos de acusada rozan la costura de los bolsillos; y se hieren. me hiero. mi muñeca sangra, siempre sangra.

el Señor juez mira al acusado. la Defensa-Fiscalía me defiende-fiscaliza)

A: Señor Juez…. Señor Juez Supremo de la Suprema Corte, la Defensa…. la Fiscalía… el Acusado… todos aseguran tener una buena explicación de todo lo sucedido, y, por supuesto, una muy adecuada justificación

(¿estarán mis cigarrillos en el otro bolsillo?)

La Defensa… la Fiscalía… el Acusado… todos aseguran haberla escuchado.

B: ¿Y sería inútil escucharla nuevamente?

A: Sería inútil. Y además es hora del lonche, y Su Señoría….

B: … probablemente tenga hambre.

A: Es lo que opino.

B: Y en ese caso…

A: Y en ese caso la Defensa-Fiscalía, que por algo es Fiscalía, si me permite Señor Juez…. en ese caso la Defensa-Fiscalía retira la acusación del acusado. Y tanto la Defensa como la Fiscalía se apoyan, Señor Juez Supremo de la Suprema Corte, Señor Juez.

B: ¿Y me invita a tomar un café?

(estoy segura de que mis cigarrillos están en el otro bolsillo)

A: Y tal vez hasta un capresse, Señor Juez, Señor Juez Supremo…

Y el acusado yace. Y los ve irse. Y los observa. Y yace.

Y el Señor Juez, Señor Juez Supremo de la Suprema Corte ni siquiera cambia su traje por ir tras un capresse, probablemente frío, que sólo entorpece los cafés de la corte.

(pasan a mi lado. mis muñecas. aún sangran. meto la mano al… no, no tengo cigarrillos. me levanto)

Se levanta.

( y salgo de la sala).

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