corazón en mudanza…

agosto 28, 2007

una pared de rojo. otra pared de rojo. otra pared. al mudarme rompo la convención de la cuarta pared, soy mi público y público de mis objetos… observo detenidamente cada marco, cada hoja, cada detalle que encierro despacio y definitivamente para que no vuelva a escapar ni a dibujarse sobre el rojo de mi vida nueva. tengo las manos manchadas de tinta de impresión, olor a tíner y restos de hilo entre mis dedos… son lo que queda, lo que dejo quedar. he armado mi bolso otra vez, cien veces, cien veces más sin gorros ni recuerdos nuevos, sólo objetos vacíos para no extrañar ni detenerme en cada marco, cada hoja, cada detalle escapista… las piezas que faltan se pierden en mi memoria, aferradas al olor de la pintura, a un hoyo en una caja rota… a través de las capas rojas, me doy cuenta y sé que no puedo pintar el aire aunque quiera.

agosto 28, 2007

en la casa de los espejos hay siempre un espejo verdadero, no??

Se me mueve el piso.

agosto 18, 2007

Siempre que las necesito, cuando resultan importantes, las palabras no están, ni para mí ni para nadie. He pasado el jueves tratando de estar bien, de decir a cuanto argentino pregunta que todo está bien, que mi familia está bien, y que por tanto todo está bien. pero sé que no es así. Mi hermana sólo dice que “todo está bien“, y sé que somos fruto de la misma cosecha. Mi viejo me dice que todo está tranqui, y sé que él es la razón de esa cosecha. Mi mami, un poco más delatora, y menos ciega, no expresa casi nada y acorta sus palabras… a ella ya se le ocurrió ir hasta allá, ya vió lo que nosotros vemos incrédulos y extrañados en tele y en los diarios, y claro, se queda sin palabras. no dice nada, sólo que todo está bien, pero su tono de voz es distinto, no es el de mi viejo, no es el de mi hermana… hay algo de intuición, algo de tristeza distinta de quien sabe lo que en realidad pasa, y basta con ese tono para que aquí, para mí, esto deje de ser un temblor pero-más-fuerte, y yo me sienta una boluda desconectada, casi culpable de no estar ahí, de no sentir el miedo, de no estar tan alerta, de no estar físicamente afectada… Sin embargo, me basta ver de manera cliché las imágenes que todos ven, para tener la certeza de que lo único de lo que no me puedo escapar es de la tristeza. Otro argentino me pregunta el viernes, ya un poco menos desfasada de mí misma: “todo bien, che?“, respondo que sí, que felizmente sí, y me repregunta “y los ánimos, qué tal?“… y ahí estoy segura: “todo mal“ y levanto los hombros nomás, pero casi lloraría si no me sintiera tan boluda como para comerme las lágrimas solita. Casi también necesito, como mi mami, que me abracen un ratito, porque no entiendo nada, y no entender me mueve el piso, mal. Ahora sé que cuando una parte de tu país muere, una parte de tí, con culpa, dolor o impotencia, se muere también, con una profunda e irremediable tristeza.

48 min. sin extrañar.

agosto 15, 2007

Hoy apabullé durante 45 minutos, y tres de cierre teatral a mi terapeuta. A veces me pregunto si a mi psicóloga también le toca hablar, o si realmente no habla porque yo apenas me dí tiempo para respirar. Es impresionante lo mucho que puedo hablar sin frenar, como si las comas y los puntos realmente fueran formalismos que yo, tipográficamente, me decido saltar. Hubo una sola cosa que me quedó dando vueltas, desde hace unos días, desde ese momento, hasta ahora… Hace unos días me visitó una de mis mejores amigas, un poco de escarcha amical para reavivar mi lejanía, y claro, hace un par de días también se fue, pero… acaso… me produjo tristeza? Aunque suene mal, la verdad que no. Recuerdo hace exactamente un año el día que Renzo, otro de mis grandes amigos, se fue después de pasar un mes en mi novísimo hogar… al cerrar la puerta del depa, realmente me sentí sola. Su presencia había aligerado mi mudanza, y al irse me ví sola en esta nueva ciudad, muy sola. Tal vez esa sea la diferencia, al irse Sandra esta vez, yo no estoy sola… supongo que fuera de haber empezado a hacer una vida aquí, sobre todo estas últimas semanas, llevo un tiempo aprendiendo a aceptar mi propia compañía, y el saberme sola – como, no acompañada – ya no me hace sentir mal sino hasta querer un poco la soledad. Tal vez por eso pienso cada vez más en buscar mi espacio en algún lugar… y la verdad, no temo aún no saber cuál.

No es que no extrañe, pero los extraño así, en una canción, en un lugar, en un olor, un ruido o una situación, sin la desesperación de regresar… tal vez porque sé, sin tristeza alguna, que en realidad no hay un lugar al cual regresar.

mi canción…

agosto 3, 2007

… porque yo voy donde nunca estoy, donde nunca fui.